PROJECTES - ROMA - PALATIUM

El proyecto de estudio de la colina del Palatino en Roma nació en 1988 con las Excavaciones Españolas Junto al Arco de Tito. Fue el comienzo de una aventura arqueológica destinada a recorrer tres milenios de historia urbana europea concentrados sobre una pequeña situada junto a un estratégico vado del río Tiber.
Inicialmente, el Palatino no era el centro político de Roma. Durante toda la República, la vida pública de la ciudad se había desarrollado, por una parte, en la colina del Capitolio con la plaza del Foro situada a sus pies y por otra, en el Campo de Marte. La llegada del imperio cambió profundamente esta situación: a medida que crecía el poder absoluto del emperador aumentó la importancia de su residencia.


El Palatino comenzó como residencia del primer ciudadano, Octavio Cèsar y fue creciendo a lo largo de tres siglos hasta convertirse en el auténtico centro político de un imperio que abarcaba desde las Islas Británicas hasta las orillas del Eúfrates.


La colina era el lugar de la fundación de Roma y en su parte más alta, ocupada por un santuario antiquísimo dedicada al culto de algunas divinidades femeninas, se conservaban los recuerdos más venerables del origen de la ciudad. Allí se situaba la mítica cabaña de Rómulo, la curia de los sacerdotes salios, que conservaban el lituus de Rómulo (su bastón ceremonial) y a sus pies estaba el Lupercal, la gruta donde una loba alimentó a los gemelos fundadores. Cuando Octaviano regresó a Roma después de la muerte de su tío asesinado, Julio Cesar, decidió instalar su residencia oficial en esta colina prestigiosa y junto a estos venerables recuerdos del fundador de Roma.


En época de Trajano, asistir a la salutatio matutina en el palacio imperial era un obligación de cualquier persona importante de Roma. Después debían apresurarse a sus respectivos palacios para recibir el homenaje de sus propios clientes. Con el imperio se habían transformados completamente los viejos lugares de la política de Roma.


Los Palacios Imperiales englobaban la residencia del emperador de su corte, además de temples, edificios administrativos, jardines, plazas y calles interiores. A diferència de los recintos palatinos de los imperios de Oriente, com el palacio de Topkapi en Istambul o la ciudad prohibida de Pequín, ambos separados de la ciudad mediante una muralla bien definida, los Palacios Imperiales de Roma se desarrollaron integrados en el espacio público de la ciudad. Su progresiva configuración fue un resultado directo, tal vez el más sofisticado desde el punto de vista arquitectónico, de la extensión del sistema de control y gobierno imperial.